miércoles, 20 de noviembre de 2013

EL GUIÓN Y LA FÓRMULA 1



Llevo todo el día atascado en el guión que estoy reescribiendo. Esto va así: Hay días en que el contador de páginas va progresando imparable, como un taxímetro... y hay otros días en los que transitar las páginas es como arrastrarse por una ciénaga salpicada de arenas movedizas.

Cuando eso ocurre, lo mejor es procrast... eh... pensar en otra cosa durante un rato. Normalmente acudo a Twitter para desfogarme en esos casos, pero hoy, mira tú por dónde, me ha nacido la idea de escribir un post relacionado con esta situación en la que me encuentro.

LA RELACIÓN ENTRE ESCRIBIR GUIONES Y LA FÓRMULA 1.

Me gusta ver la Fórmula 1, y soy Alonsista a muerte. Siempre he dicho que la gente que desprecia la Fórmula 1 es porque no la conoce. Supongo que ocurre con cualquier deporte.

Otra cosa que siempre he dicho: El día que a Aaron Sorkin se le ocurra ambientar una serie en la Fórmula 1, todo el mundo empezará a fascinarse con el tema.

Es un ¿deporte? ¿espectáculo? complejo y muy atractivo, porque la victoria depende de muchos factores: Pericia del piloto, ingeniería, diseño de estategias, habilidad de los mecánicos, climatología...

De hecho hay dos directores muy grandes y muy minusvalorados que han hecho dos pelis preciosas sobre la F1: Renny Harlin (DRIVEN) y Ron Howard (RUSH)

Pero basta de andarse por las ramas. Yo en realidad venía a este rincón a comentar una analogía muy "de andar por casa" entre el mundo de la escritura de guiones y la Fórmula 1.

Cuando uno ve las retransmisiones de las carreras, nota una cosa muy curiosa: Todos los coches están bastante separados entre sí en las rectas, pero en cuanto llega una curva... todos se juntan. De repente tienes la sensación de que ese coche al que ya le habían sacado muchas décimas de ventaja, vuelve a estar pegado al culo de tu piloto favorito. Te acojonas. Pero luego, tras esa curva, llega la siguiente recta... y todos se vuelven a desplegar, mostrando la distancia real que los separa.

Creo que la escritura de guiones también tiene sus rectas y sus curvas. Las "rectas" son esos tramos en los que lo tienes todo más o menos resuelto, muy clarito... sin momentos delicados para los personajes, sin encrucijadas frágiles. Son momentos en los que uno puede permitirse "tirar millas".

Y luego hay otros momentos en el proceso de escritura que son como "las curvas". Muy poco agradecidos en lo que a velocidad se refiere, pero ahí es donde mejor se demuestra nuestra pericia a la hora de conducir la historia, y lo bien o mal diseñado que está el vehículo.

Al menos en mi caso es muy normal: Avanzo veinte páginas en un solo día y luego estoy otros dos o tres dando palos de ciego, examinando concienzudamente el terreno antes de seguir avanzando, y el coche de Vettel (es decir, el plazo de entrega), da la impresión de cernirse sobre mí para darme por culo. Pero no es momento de pisar el acelerador. En las curvas hay que levantar el pie y centrarse en la dirección, en el volante... Tarde o temprano, la curva termina y llega otra recta en la que acelerar a tope.

Ahora mismo estoy en una de esas curvas complicadas. Una especie de ovillo enredado en medio de la trama. Hay que tratarlo con muchísimo cuidado, meditando cada decisión. Es como una operación de columna vertebral.

Es uno de los momentos más potentes y bonitos de la historia, y estoy seguro de que quedará maravilloso.

Algunos dirán que esas "curvas" son más rápidas si has diseñado un RedBull en vez de un Ferrari, es decir: Si has trabajado bien la escaleta. Pero discrepo. He llegado a esta carrera con una escaleta muy precisa, pero cuando la pones a rodar en la pista (como comentaba en este otro post) te das cuenta de que a veces los personajes - y la propia historia - no aceptan en sus vísceras las abstracciones de tu escaleta. Es como el político que pretende cumplir su programa electoral y de pronto, tras ser elegido, se da de bruces con la cruda realidad.

Pero qué sabre yo... si soy quizá la única persona a la que DRIVEN le gusta más que RUSH (aunque ambas me gusten muchísimo)

martes, 19 de noviembre de 2013

TIRAR DE LA SÁBANA



Creo que a partir de ahora, para optimizar el tiempo, a veces actualizaré el blog con extractos de los mails que mando a algunos seres queridos.

Como en este caso: 

Lo que he aprendido con todos los proyectos en los que me he visto involucrado - incluyendo aquéllos que no han llegado a buen puerto - es que no sirve de mucho preguntarse si ha merecido o no la pena tomar las decisiones que se han tomado.

Es un deporte estéril eso de preguntarse "¿qué habría pasado si...?" Al final es como todo: Sacrificas unas cosas y gracias a eso, ganas otras.

Es como tirar de las sábanas en la cama: Si tiras de un extremo, le quitas un trozo de sábana al otro.

Salvo en casos puntuales de alquimia muy lograda, lo que inviertes en factura impecable lo sacrificas en autenticidad, y viceversa. Lo que inviertes en ritmo, lo sacrificas en profundidad, y viceversa. Lo que inviertes en coherencia, lo sacrificas en impacto, y viceversa.

Recuerdo cuando César leía las sucesivas versiones que íbamos escribiendo de (...), intentando conciliar - y enriquecer - nuestra visión con la de los (...), y él me decía: "Cada versión es más clara y coherente que la anterior, pero menos espectacular."

Al final te das cuenta de que, de una manera o de otra, vas a acabar lamentándote por lo sacrificado y considerando insuficiente aquello en lo que has invertido. Así que supongo que, como mínimo, las decisiones que tomemos deberían hacernos sentir vivos en el momento en el que las tomamos.

viernes, 8 de noviembre de 2013

“LA VIE EN ROSE” Y OTRAS MANERAS DE FOLLAR SIN COMPLEJOS.

 


Hoy me he enterado de que LVR Group ha recibido la ISO 90001, y me parece una buenísima noticia.

Para que puedas entender mi entusiasmo, te voy a explicar qué es LVR Group y qué es la ISO 90001. Y antes de explicar esas dos cosas, te voy a recordar una tercera:

Si estás leyendo esto, probablemente pertenezcas a una sociedad muy condicionada por la moral católica. Una tradición de la que hemos heredado tesoros valiosísimos pero también, en mi opinión, algunas taras.

- ¡Bah!, a mí no me metas en el mismo saco. Yo soy ateo.

Pues los ateos sois aún más vulnerables a todo eso, porque no hay persona más fácil de manejar que la que se cree a salvo, que la que “baja la guardia”, que la que subestima al “enemigo”.

Decía Baudelaire que: "La más hermosa de las jugadas del Diablo es persuadirte de que no existe". Y en estos tiempos caóticos, puede que dioses y demonios utilicen las mismas técnicas.

Creo que una de las principales “taras” que sufrimos consiste en lo siguiente: Aquello que se considera pecaminoso nos avergüenza, y damos por hecho que merece un castigo.

Da un poco igual que tu parte racional esté convencida de lo contrario. Hay un rumor de fondo que echó raíces en tu subconsciente incluso antes de que tú nacieras.

Un ejemplo bastante ilustrativo: Si miras porno en internet, asumes tu penitencia de antemano: Virus en el ordenador, troyanos, banners, intentos de estafa. Gran parte de los consumidores de porno se sienten más o menos culpables por ver ese tipo de material. Para ellos es algo prohibido, algo de lo que avergonzarse. Así se convierten en las víctimas predilectas de todo tipo de abusos, estafas y engaños. Son un blanco fácil. Prefieren dejarse timar, porque denunciar el delito implicaría declarar públicamente lo que desean callar: que entraron en la red a buscar porno. Porque, muy en el fondo, sienten que el Destino les ha hecho llegar el castigo que les corresponde.

La realidad empieza a estar dirigida por David Cronenberg: Los virus informáticos se  han convertido en el equivalente digital – y moral – de las enfermedades venéreas.

El sexo pasajero carga con esa clase de estigmas, gracias a una colección de prejuicios que nosotros mismos nos encargamos de perpetuar de manera más o menos inconsciente.

Seguro que todos hemos oído o leído alguna vez la siguiente frase despectiva en referencia a un hostal o una pensión:

Es de ésos que alquilan habitaciones por horas.

Acabas de leer esta frase, y seguro que la has imaginado pronunciada con cierto tono de asco. Y te has imaginado un lugar sórdido, con piojos en las sábanas, manchas sospechosas en las paredes y recepcionistas que te desnudan con la mirada. Quieres follarte a una persona de manera apresurada, clandestina... te han educado para que consideres que tu intención es turbia y te mereces ir a un sitio igual de turbio, en el que no te traten demasiado bien, en el que clandestinidad y decadencia vengan unidas de la mano.

Quizá tenemos demasiadas pelis en la cabeza. Quizá vivimos esa clase de trances no tanto pensando en lo que dice la Biblia, sino en lo cuenta su adaptación más soterrada y célebre (es decir: Hollywood)

Y por eso me parece tan prometedor e interesante lo que anunciaba al principio del post: LVR Group ha recibido la ISO 90001.

¿Qué es LVR Group?
Una empresa que ha creado en Barcelona hoteles de ésos “que se alquilan por horas”, con nombres tan sugerentes como “La Vie en Rose”.

¿Qué es la ISO 90001?
Pues un certificado de calidad muy oficial. Los tíos van, comprueban si el sitio funciona bien, si es recomendable, si son profesionales, si ofrecen un servicio satisfactorio. Es, para que nos entendamos, una especie de “estrella michelín” para pequeñas y medianas empresas.

¿Entiendes ahora por qué atisbo un brote de esperanza en la noticia?

Un comité serio y profesional que, dejando los prejuicios a un lado, reconoce la calidad de un “alquiler de habitaciones por horas” que pretende ser igual de serio y profesional.

Joder, yo veo ahí una mentalidad muy sana, una especie de evolución de paradigma, una declaración de intenciones: Nos parece muy respetable que alguien quiera pagar por un poco de intimidad para el sexo, así que vamos a esforzarnos para ofrecerles una experiencia de calidad.

Para otorgar el ISO 90001 ése se han tenido en cuenta cuestiones como la eficiencia del personal humano, la discreción con la que manejan tus datos personales, el hecho de que las habitaciones, las camas o las toallas estén impecables. Si quiero echar un polvo en una estancia, no quiero vestigios de los que estuvieron antes. Quiero hacer cosas sucias en sitios limpios.

Estamos en una época muy incierta, muy de crisis. Mucha gente se ve obligada a compartir piso con otras tres personas, o a volver a la casa de sus padres. Cada vez hay más gente que, si conoce a alguien en un bar, si la magia se le aparece de manera accidental, si de repente – por el motivo que sea – necesita solucionar un calentón, no tiene a dónde coño ir. ¿Qué haces? ¿Buscar el recoveco más sórdido de tu ciudad? ¿Pagar UN DÍA ENTERO en una pensión? ¿Hacerlo en el baño, contemplando entre embestida y embestida el dibujo de una polla y el teléfono de un tal Javi que “la chupa gratis”?

Llámame loco, pero a mí me encanta que exista la opción de pagar por varias horas y asegurarte un entorno cómodo, agradable, bien gestionado. Cuando uno se lanza a una aventura sexual tan espontánea, se está consagrando a lo impredecible. Puede ser un momentito de placer y “adiós muy buenas”. Puede ser “el comienzo de una gran amistad”. En ambos casos, te lo aseguro, cuando los años pasen – que diría Jose Alfredo – te va a apetecer guardar un buen recuerdo de la experiencia.

Habrá quien argumente que con cosas como éstas se pierden el misterio y el romanticismo. Habrá quien cante una oda a los poetas malditos que hacen rechinar los somieres de pensiones infectas. Habrá quien vea en estas iniciativas el fin de lo bohemio: ¡Tenían tanto encanto aquellos polvos de ascensor! ¡Perder la virginidad en el asiento trasero de un coche!

De pronto se suicidan muchos clichés hermosos de películas. Yo soy guionista, y pocas cosas nos ha hecho más daño a la hora de contar historias que, por ejemplo, la invención de los teléfonos móviles. Ahora cualquiera puede avisar a la Policía de que hay un asesino rodando la cabaña. ¿Qué hacemos? ¿Destruimos los teléfonos móviles para preservar el romanticismo de que Caperucita muera descuartizada porque la abuela no le puede mandar un WhatsApp?

Las pensiones marginales son románticas porque las sábanas no huelen en las pantallas de cine, ni en las páginas de los libros. El polvazo en el coche de Titanic, con los cristales empañados, es romántico porque lo vemos bajo los efectos del aire acondicionado de la sala.

Yo ya estoy cerca de cumplir los treinta y cinco. A estas edades prefiero que me lo pongan cómodo y bonito. Ya añadiré yo el romanticismo, a mi manera.

martes, 29 de octubre de 2013

A MÍ ME GUSTA EL CINE SOCIAL


Por ejemplo: Un camionero que quiere recuperar su camión secuestrado por la mafia china (rollo ladrón de bicicletas) y en el intento ayuda a una abogado feminista y a una periodista muy concienciada a desmantelar un negocio de trata de blancas.




A MÍ ME GUSTA EL CINE SOCIAL:

Por ejemplo: La historia de cómo la falta de subvenciones en el sistema educativo obliga a unos investigadores de la universidad a venderse al sector privado, con los riesgos económicos y los dilemas éticos que ello implica.




A MÍ ME GUSTA EL CINE SOCIAL:

Por ejemplo: Un anciano perteneciente a una minoría étnica de Estados Unidos que perdió a su familia en una guerra injusta apoyada por el imperialismo yankie, y que ahora intenta suplir al hijo que perdió ayudando a un huérfano de una familia desestructurada a afrontar sus problemas de bullying en el instituto.



 
A MÍ ME GUSTA EL CINE SOCIAL:

Por ejemplo: La especulación inmobiliaria amenaza las viviendas y la identidad cutural de una clase media que cada vez está más en peligro de extinción. Los "niños soldado" de esos barrios marginales tratan de conseguir dinero ilegal para ayudar a sus familias a defenderse de la opresión de los mercados. Para ello tienen que frecuentar lugares muy sórdidos, lidiar con la mafia y arriesgar sus vidas. Finalmente, fieles a las leyes del hampa, sólo podrán solucionar la vida de sus seres queridos con bienes de dudosa procedencia que deberán permanecer al margen de las inspecciones fiscales.



 
A MÍ ME GUSTA EL CINE SOCIAL:

Por ejemplo: Un pueblo oprimido, demonizado, sometido a un cruel exterminio por una sociedad que se ha encargado de deshumanizarlo mediante técnicas propagandísticas basadas en el miedo y en el lavado de cerebro.
No hagáis caso de la foto. Estoy hablando de "Starship Troopers".





TAMBIÉN ME GUSTAN LOS THRILLERS CHUNGOS ROLLITO HANEKE:

Por ejemplo: Una niñera de dudosa procedencia que droga a los niños para hacerlos más dóciles (a lo Madeleine) con la complicidad de un indigente que probablemente lo es porque también fue "cuidado" por ella de pequeño, iniciándose en el mundo del sexo y los estupefacientes. No contenta con ello, la niñera canaliza también sus ansias destructivas seduciendo al padre de los niños y provocando indirectamente que lo echen del trabajo. Por algún trauma relacionado con su pasado o alguna mierda freudiana, a esta loca le gusta convertir a los hombres en indigentes. Finalmente, la niñera se marcha de manera rápida y repentina para que las fuerzas de la ley no la atrapen.  

 

domingo, 20 de octubre de 2013

LO QUE NO NOS CUENTAN SOBRE LOS VIRUS


Los virus son un misterio. Tan rudimentarios que muchos biólogos se niegan a considerarlos seres vivos, pero al mismo tiempo tan complejos que ningún científico ha sido capaz de desentrañar todos sus misterios.

De hecho, los pocos investigadores que han estado a punto de esclarecer el enigma de la estructura del virus, de su funcionamiento... han muerto en extrañas circunstancias.

En parte porque conocer un virus ayudaría a curar las enfermedades que provocan, y al parecer eso no interesa.

Y en parte porque la estructura y el funcionamiento de estos seres microscópicos es la llave hacia un secreto escalofriante, con implicaciones bastante chungas.

Para explicaros a qué me refiero recurro a una fuente de información que todo el mundo conoce pero que nadie ser molesta en leer:

WIKILEAKS.

Seamos honestos. ¿Quiénes se han tomado la molestia de leerse todos los documentos de Wikileaks? Sólo unos pocos, y nunca les haremos demasiado caso, porque llegamos a la conclusión de que si alguien ha invertido tanto tiempo de su vida en algo así, debe de ser un PUTO LOCO.

Normalmente sólo conocemos de Wikileaks los resúmenes que nos ofrecen los medios de comunicación, o los líderes de opinión de internet. Ellos filtran ese torrente de información y nos cuentan sólo los "secretos" que les interesan.

Usan unos escándalos para eclipsar otros.

Una de esas muchas revelaciones eclipsadas tiene que ver con los virus. ¿Os acordáis de aquellos paranoicos que decían que el SIDA y el ébola habían sido creados por el gobierno? ¿Recordáis aquéllas teorías de que los documentos históricos están manipulados, que en realidad los virus no existieron hasta la segunda mitad del siglo XX?

Pues bien: Resulta que eso era sólo la punta del iceberg.

Voy a haceros (como si yo fuera uno de los grandes medios de comunicación) un resulmen de lo que se dice (y se prueba) en Wikileaks sobre los virus:

- Los virus son, por decirlo de un modo muy simplista, robots creados por el hombre. Pequeñas obras de nanotecnología, accionadas por control remoto desde ordenadores muy potentes.

- Cuando una persona enferma por culpa de un virus, no es algo accidental. Es una decisión que toman los grupos de poder que controlan estas máquinas microscópicas. Ellos dan la orden, y entonces los virus se activan dentro del organismo de esa persona (o grupo de personas) provocando la enfermedad.

- Salvo en casos relacionados con personas muy relevantes, la orden de activar cada virus no la dan directamente los poderosos, sino algoritmos informáticos programados de acuerdo con los planes a corto, medio y largo plazo de estos grupos de poder.

- En muchas ocasiones los virus reciben la orden de atacar para neutralizar a la población y hacerla más dócil. Si cotejáis las estadísticas de la OMS con los telediarios, notaréis que hay un notable aumento de las enfermedades víricas en víspera de elecciones, o cuando (por ejemplo) se preparan importantes manifestaciones de protesta (a menos de que se trate de manifestaciones organizadas secretamente por los grupos de poder, pero ésa es otra historia)

- En el resto de las ocasiones, los virus se dividen en dos tipos: 1) Los que están programados para atacar en estaciones del año concretas (creando rutinas cíclicas, claustrofóbicas que fomentan en la gente una mentalidad igual de clautrofóbica, resignada a parámetros rígidos) y 2) Los que están programados para hacernos enfermar de forma completamente aleatoria. (se trata de una técnica que inventaron los nazis: si administras los premios y los castigos de manera arbitraria y aleatoria, con independencia de cómo se haya comportado el sujeto, destruyes sus convicciones ideológicas, su fortaleza moral y su fe en que las cosas obedezcan a un sentido que las haga explicables. Los organismos de poder lo saben, y lo usan para crear una religión sin Dios)

- Estos "micro-robots" llamados virus no sirven únicamente para provocar enfermedades. También se usan para "espiar" lo que sucede en el interior de nuestros cuerpos. Qué comemos, qué ejercicio hacemos, qué nos excita, cómo reaccionamos fisiológicamente a la publicidad, los discursos políticos, los sueños... Los virus mantienen una conexión continua (y cada vez más sofisticada) con terminales de ordenador en las que toda esa información se almacena y se clasifica en bases de datos.

- Los virus no son el único ejemplo de ese tipo de nanotecnología en nuestras vidas. Hay dispositivos de vigilancia similares en casi todos los aparatos que tenemos en casa. Televisores, teléfonos móviles, microondas, ordenadores, routers... Un técnico podría desmontar y examinar cualquiera de esas máquinas sin encontrar nada sospechoso, porque hablamos de dispositivos del tamaño de un virus. Todo lo que hacemos en nuestros hogares es visto, escuchado y grabado. Cualquier cacharro que hayas comprado después de 1997 incorpora más tecnología avanzada de la que imaginas. Y no la usan sólo para espiarnos: Cuando lo estiman conveniente, esas nanomáquinas emiten ultrasonidos y ondas cerebrales capaces de provocarnos depresión, estados de ansiedad, adicciones, etc



Para comprender lo que he contado en toda su dimensión, necesitáis saber que me lo acabo de inventar. Nada de lo que he dicho es cierto o, si lo es, yo no tengo constancia de ello, o no tengo las pruebas. Mi intención era generar una realidad alternativa y hacerla coherente, verosímil (al menos en un primer vistazo sin análisis exahustivos) Para ello he manipulado ideas mías combinándolas con otros elementos que sí existen en la realidad, u otras teorías de las que sí se ha hablado de manera más masiva y continuada.

Me dedico a escribir, y creo que éste es un ejercicio que todo escritor debería hacer de vez en cuando: Imaginar que la realidad funciona con reglas diferentes a las que nos han contado e intentar encontrar explicaciones coherentes para rellenar cada hueco, cada punto débil en la argumentación.

Los psicólogos tienen un término científico para este tipo de comportamiento: Paranoia. Los escritores también tenemos un término para ello: Crear un buen universo para tu historia.

En otras palabras: Creo que todo escritor debería, por prescripción médica, inyectarse un poco de paranoia en las venas. De vez en cuando.

Recuerdo que hará unos diez u once años se me ocurrió un punto de partida para una novela: 

"En realidad los Gobiernos nos mienten. Todos los demás planetas de nuestro Sistema Solar están habitados. Estamos continuamente en guerra con marcianos, con venusinos, con habitantes de la Luna... y sólo unos pocos conocen estas verdades y luchan para mantenernos a salvo."

En aquellos tiempos no sabía yo que mucha gente sostiene una teoría similar a la que iba a contar en mi novela, y lo argumentan con (presuntas) pruebas, y hacen documentales, y dan conferencias.

Hay mucha gente buscándole la belleza conspiranoica a este mundo. Gente que sostiene que nuestro planeta es hueco por dentro y que sus entrañas están habitadas por otros seres. Gente que opina que nuestra sociedad está manipulada por seres extraterrestres de naturaleza reptiliana.

Ante este tipo de propuestas existen dos tipos de reacciones mayoritarias: 1) Tragárselo todito de manera irreflexiva porque "we want to believe" y 2) Ridiculizarlo todo, apartarlo de manera despectiva sin siquiera darle una oportunidad a esa información que se nos propone.


No voy a entrar aquí en qué hay de real en esas historia y qué hay de fábula. Para eso ya están los científicos.

Y yo no soy científico, soy escritor.

Sin ánimo de dogmatizar, creo que quienes nos dedicamos a contar historias deberíamos escuchar este tipo de cosas con el cerebro dividido: Una parte de nuestra cabeza con el escepticismo activado, buscando agujeros e incoherencias en el discurso... y otra parte de nosotros deseando que esa historia sea cierta, buscando en ella lo que tiene de belleza, de poesía...

Creo que un contador de historias desaprovecha gran parte de su potencial si no hace de vez en cuando el ejercicio de cuestionar lo obvio.

Creo que un contador de historias desaprovecha gran parte de su potencial si permite que lo racional subyugue y condicione su sentido de la maravilla.

Creo que un contador de historias desaprovecha gran parte de su potencial si no se molesta en encontrar las grandes verdades que se esconden en el interior de cualquier mentira.

Y cualquier teoría de la conspiración encierra verdades valiosísimas. Al margen de lo que sea o no real en ellas en un sentido literal, esas visiones "alternativas" de nuestro mundo lo explican mejor de lo que creemos. Nos informan sobre los anhelos que albergamos en nuestro interior, sobre cómo el inconsciente colectivo se ve en la necesidad de redefinir los arquetipos que estructuran nuestra manera de pensar y percibir.

Los antiguos paradigmas caducan y estamos construyendo otros nuevos. Y eso es mitología viva.

Estudiamos con veneración la mitología de los hombres antiguos, conscientes de las grandes verdades y las valiosísimas enseñanzas que se hallan encriptadas en dichos mitos, pero despreciamos la mitología del hombre actual, que adapta inconscientemente los antiguos símbolos a las realidades actuales; que busca una nueva magia porque la magia de antaño ya no le rima con el mundo de ahora.

jueves, 10 de octubre de 2013

EL PÁJARO AZUL


Muchos estaréis familiarizados con el MK-ULTRA: Un programa de lavado de cerebro y control mental desarrollado por la CIA en la segunda mitad del siglo XX.

A principios de los años cincuenta, esta inquietante iniciativa se conocía como PROYECTO BLUE BIRD.

PÁJARO AZUL.

No deja de parecerme curioso - y mosqueante - que un pájaro azul sea precisamente el logotipo de Twitter.

¿Es acaso Twitter una herramienta de lavado de cerebro?

¿Es acaso Twitter una herramienta de control mental?

A veces percibo algo muy perverso en la dinámica de Twitter. Creemos que arreglamos el mundo cuando exhibimos nuestros tweets. Quizá no nos damos cuenta de que con ello canalizan nuestra indignación hacia el terreno de lo estéril. Desvían nuestro sentido crítico hacia una vía muerta. Quizá no nos damos cuenta de que en lugar de usar nuestras energías en el campo de batalla, las dilapidamos en un circo romano.

¿Y qué decir de la limitación de 140 caracteres? En teoría está impuesta para convertir el TL en un canal de comunicación lo más dinámico posible. ¡Bravo!

Pero esa decisión trae consigo efectos secundarios.

¿Intencionados?

¿Inintencionados?

El límite de caracteres nos induce a expresar nuestras opiniones de la manera más tajante posible. Frases lapidarias. Argumentos anoréxicos a golpe de martillazo. Adiós a los matices.

El límite de caracteres nos anima a simplificar nuestro lenguaje al máximo, tanto en gramática como en ortografía. Nos recuerda a la neolingua de Orwell. Un lenguaje más simple que a la larga creará mentalidades más simples.

El límite de caracteres nos acostumbra a lo rápido y a lo fácil. ¡Que nos lo den todo hecho! Explica lo que piensas en una sola frase. ¡Sé claro, conciso! ¡El pitch del ascensor! Nos convertimos en seres pasivos. Cuando algo es demasiado complicado para nosotros, lo despreciamos en lugar de indagar, en lugar de analizar, en lugar de zambullirnos en ello.

Los usuarios de Twitter nos creemos más listos, más cultos y más lúcidos que el resto de los mortales, porque somos minoría... y estamos acostumbrados a que las minorías son la élite. ¿Quién sabe? Quizá los usuarios de Twitter seamos la ganadería de algún MK-ULTRA (real o simbólico). Cobayas de laboratorio.

¿Y qué decir de los valores inherentes a Twitter? Ego, individualismo, exhibicionismo. Obrar y opinar sin pensar en las consecuencias, como si todo fuera efímero, como si las palabras se las llevase el viento (que, ojo, en el fondo no deja de ser filosofía zen)

La película Scream 4 definió a esta generación tuitera con aquello de: "Yo no quiero amigos, quiero fans".

El proyecto Blue Bird (MK-ULTRA para los amigos) fue siempre acusado de idiotizar a la población introduciendo drogas de diseño (véase crack o LSD) ¿Quién sabe? A lo mejor con el pájaro azul de Twitter han logrado refinar su técnica hasta límites insospechados: Una droga digital que provoca los mismos efectos que esas otras drogas físicas: cambios en el comportamiento, idiotez, alteración en la percepción de la realidad, promesas de huir hacia un escenario irreal en lugar de enfrentarnos a los problemas concretos.

Y ahora, con vuestro permiso, voy a enlazar este post en Twitter, a ver si aumento mi número de followers.

martes, 10 de septiembre de 2013

PERSONALIZAR LOS MÉTODOS Y LA MÁQUINA DEL TIEMPO



Estoy escribiendo ese guión sobre telépatas del que os hablé hace dos entradas. Podría utilizarlo como excusa: "No actualizo el blog por culpa del guión". Pero los que me conocéis un poco sabéis que si estuviese ocioso tendría este sitio igual de descuidado.

Otra cosa que sabéis los que me conocéis un poco: Cuando ando inmerso en la escritura de algo más o menos personal, las reflexiones me surgen de manera espontánea, y también las ganas de compartirlas aquí.

Cosa número tres que sabréis quienes me conocéis un poco: Tengo una relación peculiar con los manuales de guión, a veces más hostil de lo que yo quisiera.

El rollito pedagógico ése me asusta: Los dogmas, los métodos basados en máximas lapidarias... No es algo malo por sí mismo, pero es peligroso cuando cae en mano de un idiota que asume todo de manera literal. Y aquí va lo más escalofriante: Todos somos - o podemos ser - ese idiota.

Todos somos inseguros, influenciables.

Todos hemos sido educados en un entorno en el que nos programan para asumir y obedecer - casi de manera automática - cualquier cosa que se haga llamar "norma" - o que esté formulada como tal -.

Todos somos propensos a ceder cuando el Diablo nos tienta con el perverso espejismo de lo fácil.

Yo me considero un coleccionista de excepciones.

Si alguien me dice que el detonante debe estar en la página 12 o en la 16... yo busco ejemplos de pelis que detonen más tarde, o que lo hagan mucho antes. Yo qué sé... ¿La Jungla 3?

Si me dicen que el protagonista debe tener un arco de transformación, voy corriendo a  Golpe en la Pequeña China y me consuelo en el regazo de Jack Burton.

El otro día leí un tweet que decía que: "En puedes dejar una tensión sexual no resuelta. En hay que resolverla para satisfacción del público: no te perdonan no hacerlo" y estuve a punto de contestar: EL APARTAMENTO.

No lo hice, porque el tweet estaba cargado de buena intención y pertenece a una cuenta de Twitter igual de útil y bienintencionada. Aunque yo necesite coleccionar esas excepciones para mantener los lobos a raya, esos consejos son válidos en la mayoría de las ocasiones.


Seguro que yo mismo soy una excepción en los manuales sobre escribir entradas de blogs, porque llevo más de diez párrafos y aún no he empezado a contaros lo que pretendía contar en esta entrada:


En este nuevo guión me he propuesto escribir sin escaletas ni reflexiones previas, en parte porque me conviene tenerlo escrito cuanto antes, y en parte porque NECESITABA volver a escribir de esa manera.


No me he detenido a definir los personajes. Quería ver qué descubría de ellos si simplemente empezaba a teclear y dejaba que me sorprendieran.


No he prestado atención a en qué página caía el detonante, en cuál el punto de giro, o si he suministrado en cada acto la información necesaria.


Simplemente escribir, tirando millas.


A estas alturas llevo escrita la mitad del guión (aproximadamente) y está siendo un proceso arduo, no lo niego. Es como salir de viaje llevando una mochila, y en ella los pocos trastos que te ha dado tiempo a meter en el minuto antes de partir. No te has acordado de incluir el mapa. La brújula se te marea en el bolsillo. Te metes por senderos accidentados, acabas parando a comer en sitios sórdidos... pero ¿qué cojones? gracias a eso, entre calvario y calvario, encuentras tesoros que no están al alcance de la visita guiada.


Tecleo en el guión, la historia me detona prontísimo pero no me preocupa ¡menudo ritmazo! Sigo adelante, dejo atrás el primer acto demasiado pronto, pero no echo nada de menos. ¡Qué carajo! ¡A lo mejor ésta no es una peli de actos! ¡Que les follen a los actos!


Luego me voy dando cuenta de que he ido amasando personajes que me gustan, que me parecen vivos... han ido generándose a base de rodar e impregnarse de todo lo demás, como la pelota de estiércol de un escarabajo. Es maravilloso.


Llega un momento en que esos personajes son autónomos: se caen bien o mal entre ellos, reaccionan mejor o peor a según qué cosas. Tú obedeces a sus designios, pero adviertes que el comportamiento de tus criaturas se contradice con lo que hacían al principio del guión. Entonces retrocedes a las primeras páginas y cambias tal escena y tal diálogo. 


Es algo mágico: En la escritura está inventada la máquina del tiempo. Una máquina que retrocede páginas en lugar de años.


A los seres humanos nos obligan a tomar decisiones importantes cuando aún no tenemos la madurez ni la edad necesarias para ello. Luego crecemos traumatizados, frustrados, contrahechos... A veces desearíamos que nuestro "yo adulto" pudiese retroceder al pasado y decir a nuestro "yo" de cinco años: "Cuando estés en el instituto conocerás a una chica llamada (...), no pierdas tanto tiempo con ella, es una zorra. Y no aceptes ese trabajo dentro de veinte años: te va a amargar la vida. Ah, y cuando el presidente diga que al año siguiente saldréis de la crisis, no le creas."


Los escritores sí podemos hacer eso con nuestras criaturas. El personaje puede descubrir maravillas sobre sí mismo y luego retroceder a sus orígenes; cambiar lo necesario para afianzar esa trayectoria.


Lo bonito de todo eso es que cuando retrocedo y añado las cosas que necesitan mis personajes... el detonante termina estando donde dicen los manuales, y el primer punto de giro tres cuartos de lo mismo. 


Es lógico


Por mucho que coleccione excepciones, soy consciente de que las normas de escritura y de estructura no están ahí por capricho, sino por inducción. Hemos llegado a ellas tras observar cómo esas reglas acaban cumpliéndose en (casi) todo lo que funciona.


No obstanteeeeeee... Me gusta que una historia llegue a esos lugares siguiendo su propio camino, manchándose de sus propias circunstancias concretas.


Imagino que un ingeniero automovilístico, tras hacer los primeros diseños de un coche necesitará construir un prototipo y ponerlo a correr DE VERDAD en una pista. De esa manera pueden testearlo sobre el terreno, ver en qué destaca, en qué flaquea, contra qué imprevisto tiene que enfrentarse... Tras ello, harán cambios en el diseño, construirán un prototipo mejor... y así sucesivamente. ¡Si la Fórmula 1 ha convertido ese sistema en deporte!


A mí me gusta hacer eso mismo con mis personajes: Soltar el prototipo sobre el papel, teclearlo, sudarlo, replantearlo...


Muchos piensan que es mejor tener a los personajes muy claritos ya en la escaleta, porque así te ahorras trabajo de escritura. Pero es que para mí sólo es "trabajo" cuando lo escribo así, dictado por otra persona (aunque esa otra persona sea yo mismo) Cuando me lanzo al teclado con mi mochila y mi brújula averiada, ya no se trata de trabajo: es diversión.


Para ahorrarme las objeciones de los más quisquillosos, intentaré dejarlo bien clarito: Esto es lo que me funciona a mí, y me parece muy respetable que a otros les funcione todo lo contrario. Por eso este post se titula "Personalizar los métodos".


(La imagen de cabecera es de la película Dreamscape. Desde el principio tenía muy claro que iba a ser uno de los referentes más confesos para mi guión de telépatas)


miércoles, 4 de septiembre de 2013

GENTE QUE TIENE IDEAS



Se llama Rafael Alguacil. Es fan de James Bond, de Zemekis, de Chicho Ibáñez Serrador y de muchas otras cosas. Le conocí en la universidad. Éramos compañeros de clase. Y desde entonces le quiero muy, muy cerca en todos mis proyectos.

Cuando colaboro Rafa, su trabajo consiste en tener ideas.

Ejemplo ilustrativo: Hace años se me ocurrió la idea de hacer una peli con cacahuetes ambientada en un MANÍcomio llamada Gritos en el Pasillo.  Rafa dijo: "¿Por qué no usas cosas de los frutos secos en el universo de la peli? Por ejemplo, en vez de locos, pueden estar caducados."

Le hice caso. Y el concepto de "caducados mentales" es una de las cosas que más ha celebrado (y mencionado) el público de Gritos en el Pasillo.

Y en aquella misma conversación - parece que estoy viendo la cafetería en la que tuvimos esa conversación - Rafa añadió: "Y esas escenas en las que los electrocutan, a lo mejor también se podría buscar algo del mundo de los frutos secos, como garrapiñar".

A día de hoy, el garrapiñado es sin duda una de las cosas más aplaudidas por todos los que han visto Gritos en el Pasillo.

¿Os dais cuenta de las implicaciones que tiene lo que acabo de contar?

Dos de las cosas más mencionadas de Gritos tuvieron su germen en una persona que ni siquiera aparece en los títulos de crédito. (bueno, sí que aparece, pero en los agradecimientos)

Escribo este post para reivindicar el trabajo de ese tipo de gente: La gente que TIENE IDEAS.

Hace tiempo alguien me dijo que el gobierno de Estados Unidos pagaba a Einstein simplemente por encerrarse en una sala y PENSAR. Tener ideas.

Me pareció maravilloso.

Porque hay gente que tiene una capacidad increíble para descubrir conceptos, para combinar ingredientes de maneras inéditas... pero carece de la fuerza de voluntad necesaria para materializar todas esas declaraciones de intenciones.

Por otro lado, hay mucha gente desperdiciando esfuerzo y maestría en proyectos estériles por la sencilla razón de que tienen los medios, tienen la formación... ¡pero no tienen ideas!

¿No os parece tristísimo? Quienes tienen mejores ideas del mundo, rara vez tienen a su alcance los mecanismos, la actitud y la hijoputez necesarias para sacarlas adelante.

Me jode mucho ver cómo la balanza se suele inclinar a favor de los que no tienen ideas pero sí capacidad de "materializar". Vivimos en un mundo que rinde culto a la materia, a lo concreto. Nos han contado tantas veces el cuento de que lo que inmaterial no existe que nos lo hemos acabado creyendo.

Hemos creado una sociedad en la que producir ladrillos parece más real y más fiable que tener ideas.

Yo reivindico lo de "tener ideas" como oficio.

Hay gente que puede cambiar el rumbo de las cosas simplemente proponiendo protocolo de pensamiento distinto.

Me viene otro amigo a la cabeza: Mario Parra. Director y guionista. Otro tipo extremadamente talentoso. En Gritos le tuve como doblador de varios personajes, y varió ligeramente sus frases hasta convertir algunas de ellas en momentos memorables de la peli. En UIOP le tuve como ayudante de dirección, y un par de sugerencias suyas me animaron a hacer más ambicioso uno de los planos; un plano que yo quería resolver de manera más simple, en menos tiempo... y que gracias a las tentaciones de Mario se convirtió en el más largo de rodar... y en el mejor plano de todo el episodio.

Gente que tiene ideas, y que normalmente ni siquiera se lleva el mérito por haberlas tenido. Porque las ideas son así: etéreas, inconcretas y tan, tan difíciles de cuantificar...

A Rafa también le he tenido en UIOP. Aparecerá en los títulos de crédito como "Asesor creativo". Le fiché simplemente para eso: para tener ideas. Finalmente, por motivos de tiempo y presupuesto, sólo hemos podido plasmar una o dos de esas ideas en el resultado final... pero estoy deseando poder llamarle otra vez, e incluso poder pagarle para que se encierre en una habitación - igual que Einstein - solamente para eso: para tener ideas.

P.S: Se me olvidaba comentar que, aunque conocí a Rafa Alguacil y a Mario Parra por separado y con varios años de diferencia, resulta que ambos fueron compañeros de clase, y de pupitre. ¿Qué drogas suministraban en aquel instituto?


martes, 27 de agosto de 2013

EL DÍA QUE ASESINÉ UN GUIÓN.




Por razones que no sé si puedo comentar aún, me conviene escribir otro largo. Y por otras razones que tampoco sé si puedo comentar aún, me convendría tenerlo terminado antes de octubre.

Llevaba varios días dándole vueltas a un guión de largometraje. No era nuevo: Una historia que se me ocurrió en su día para una peli de episodios que iba a hacer con otros dos directores (César del Álamo y Norberto Ramos del Val).

Aquel proyecto cayó en saco roto, como casi todos, pero hace poco César del Álamo retomó el episodio que pretendía dirigir para la ocasión. Con la ayuda de Mario Parra lo adaptó a duración de largometraje, convirtiéndolo en LA MUJER QUE HABLABA CON LOS MUERTOS.

Mi intención era la misma: Quitarle el polvo a lo que iba a ser mi episodio (también una historia de fantasmas) y convertirla en una peli. ¡Incluso dirigirla!

La trama de mi historia es la siguiente: 

Un prota alcohólico, o casi. Con su vida a la deriva. De pronto empiezan a suceder cosas raras en su casa. Fenómenos polstergeist o algo parecido. Todos a su alrededor le toman por loco, le recomiendan que deje de beber. Son alucinaciones. Nadie más percibe las cosas que él dice ver.

El prota recurre a internet. Investiga. Encuentra casos de gente que experimenta los mismos fenómenos que él. Contacta con esa gente. Y algunos de ellos son también alcohólicos o bebedores habituales. La clase de gente que bebe a solas de su casa, todos los días.

El prota empieza a creer que, en efecto, se está volviendo loco. Está a punto de cambiar de vida.

Entonces se da cuenta de que todas las personas que sufren esas alucinaciones o polstergeist tienen algo en común: Todos compran la misma marca de hielos para hacerse los cubatas, los whiskies, etc.

El prota ha encontrado un hueso. Sigue investigando. Descubre que la empresa que vende esos hielos obtiene el agua de un pantano, y para construir el pantano inundaron un pueblo que ahora está sumergido ahí... y sí, ya os lo imagináis: en ese pueblo sucedió algo terrible, y los muertos intentan contarlo a través de la gente que (en forma de hielo o de cualquier otra forma) bebe ese agua.

Hay más trasfondos y más subtramas, pero con esto basta para lo que quiero escribir en este post.

AYER. INT. DÍA.  Tenía ya la cosa tan definida que estuve a punto de lanzarme al teclado y empezar a guionizar.

Pero entonces... tuve un gatillazo emocional con la historia.

Porque me di cuenta de que esa historia ya la escribí hace años, e incluso la dirigí.

Es la historia de Gritos en el Pasillo.



Cambia al alcohólico por un artista reprimido (persona "influenciable", de voluntad débil), cambia los hielos por gritos, cambia lo de ver cosas horribles por pintar cosas horribles sin querer. El resto, en esencia, es lo mismo: Los muertos utilizándote como vehículo para contar su historia, la gente de alrededor haciéndote creer que te estás volviendo loco...

Ya sé lo que me vais a decir:

Que no es nada original, que casi todas las historias de fantasma contienen esos elementos.

Que según Campbell y la Antropología y la madre que los parió existe un número limitado de tramas posibles y siempre echamos mano de las mismas.

Que cada uno de nosotros llevamos dentro una historia y estamos condenados a perpetuarla, a repetirla una y otra vez como una especie de liturgia; cambiándole la forma, pero manteniendo la esencia, la estructura, el sustrato simbólico, arquetípico...

¡Que sí, copón! ¡Que ya lo sé!

No soy enemigo de que todo lo que escribo acabe teniendo un denominador común. Acepto de buen grado lo de repetirme sin darme cuenta. Todo eso está en la letra pequeñita del contrato que se firma con las musas, y es precioso.

Pero cuando, de repente, te vuelves demasiado consciente de que estás haciendo eso, se te corta el rollo.

Saber que me repito no me avergüenza, ni me degrada, pero me aburre.

Voy a contar una cosa curiosa. Quienes me conocéis os habréis dado cuenta de ello antes que yo mismo. El cornudo es siempre el último en enterarse:

Todos los guiones míos que acaban saliendo adelante, todos los que finalmente se ruedan en vez de morir en el intento... se repiten más que el ajo. Todos tratan de lo mismo: De la locura como mecanismo para no tener que afrontar los aspectos más duros de la realidad. De influencias ajenas a nosotros que nos manipulan y nos obligan a hacer cosas que de otro modo no haríamos.

Todo eso está en Gritos en el Pasillo, pero es que también está en (el thriller que escribí para César del Álamo). En cierto modo, incluso el elemento fantasmagórico estaba de nuevo en . Siempre me ha gustado describir como "una historia de fantasmas sin fantasmas".

Ahora en UIOP (el capítulo que escribo y dirijo para Píxel Theory) resulta que ¡oh, sorpresa! se repiten exactamente los mismos temas.



Os aseguro que tengo escritos muchos guiones sobre temas muy distintos y de distintos géneros, pero por alguna extraña razón, esos nunca terminan rodándose. ¿Acaso son peores? Soy el menos indicado para decirlo, pero si intento analizarlos con objetividad, yo diría que muchos de ellos están bastante mejor construidos que los que llegan a buen puerto. (otros no, ojo. Otros son una mierda.)

Sólo se me ocurre la posibilidad de que mi propio inconsciente tome las decisiones subterráneas; esas decisiones "de verdad" que se arrastran por debajo de las decisiones de mentira. Puede que, al igual que mis personajes, alguna influencia fantasmal me manipule para sacar a la luz, una y otra vez, la misma basura.

Imagino que habrá razones para ello, pero me hastía. Me produce una cansina sensación de claustrofobia, de estar atrapado dentro de mí mismo.

Si el titiritero quiere manejarme a su antojo, que por lo menos se curre un poco más el truco para que no se le noten los hilos. Incluso si el titiritero resulto ser yo mismo.

Así que hoy he asesinado ese guión. Le he procurado una eutanasia... o he abortado... Yo qué sé...

Además ¡qué cojones! también me he dado cuenta de que la mitad de los directores que tengo cerca están precisamente haciendo pelis de fantasmas. Otra más igual nos iba a saturar un poco a todos.

Este post es la tumba de ese guión nonato, su mausoleo...

... pero como no soy muy amigo de los períodos de luto, también fue ayer mismo cuando decidí retomar otro proyecto de peli que abandoné hace tiempo. Una historia sobre telépatas, mucho más extraña que la anterior, quizá menos comercial, más arriesgada.

A lo mejor cuando lo haya terminado descubro que - sin querer - he vuelto a contar, una vez más, la misma historia de siempre. De momento hay un factor que hace que este proyecto de los telépatas me motive más que el de los fantasmas:

No sé cómo coño termina la historia.

Ni siquiera he decidido exactamente qué ocurrirá a partir del primer punto de giro.

Cualquier gurú del guión me daría de hostias por hacer algo así. No es buena idea lanzarse a escribir sin tener atadas unas cuantas cosas.

¡Ah, los gurus! Ellos saben cómo construir guiones efectivos, pero no tienen ni puta idea de cómo hacerme feliz a mí, de cómo hacer que me levante cada mañana con ganas de saltar sobre el teclado, de cómo ayudarme a escribir con ilusión.


lunes, 12 de agosto de 2013

10 TRUCOS PARA HACER QUE TUS PERSONAJES MOLEN.

 
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Últimamente veo muchas pelis que no atrapan. Se trata de pelis bien ejecutadas. Pelis con buenas ideas, con ingredientes apetitosos. En teoría lo tienen todo para funcionar correctamente y, sin embargo, no lo hacen.

¿Qué es lo que falla?

QUE LOS PERSONAJES NOS IMPORTAN UNA MIERDA. Eso es lo que pasa.

Un amigo mío llamado Perogrullo me dijo una vez que es difícil meterte en una peli si te da igual lo que le suceda al personaje.

Cuando contamos historias (sobre todo en el cine y en la tele) nos obsesiona eso de que “el personaje no caiga mal”. ¡Bah! Lo de que el público le coja manía a un personaje no es necesariamente malo. Lo jodido es que el público sienta indiferencia.

Por lo que a mí respecta, un público implicado en la historia porque desea que a tu hijo de puta le salgan mal las cosas es igual de lícito que un público motivado por el deseo de que le vaya bien al prota.

El sadismo es un combustible emocional tan válido como la empatía.

Ah, por cierto, no os voy a dar diez putos trucos para mejorar los personajes. El título del post era sólo para llamar vuestra atención. Yo soy más de divagar y de no saber ofrecer soluciones concretas, así que tendréis que joderos.

Tampoco voy a demorarme en las recetas obvias que seguramente ya conocéis:

Que si el personaje debe tener un objetivo claro,

que si buscarle carencias que lo hagan más humano,

que si hacerle putadas y llenarle el camino de obstáculos gordos para que nos solidaricemos con él,

que si ponerlo a resolver esos obstáculos de forma ingeniosa para que lo admiremos,

que si hacer al antagonista mú malo, mú malo,

que si salvar a un puto gato...

Todo eso es muy interesante (lo digo sin atisbo de sarcasmo) pero he querido pasar de puntillas por ahí porque:

- Esos truquitos los podemos leer en cualquier manual de guión.

- Decir todo eso es un poco como decir: “La torre se mueve en línea recta, el alfil se mueve en diagonal. ¡Hala! Sabiendo eso, siéntate frente a Kasparov y hazle un jaque mate.” Está muy bien lo de que tu personaje sea ingenioso, pero para que él encuentre soluciones ingeniosas, tú tienes que ser ingenioso. Está muy bien lo de buscarle carencias humanas y objetivos reconocibles, pero para que eso salga bien, tienes que conocer un poquito la psicología y las emociones humanas.

- Y por último, pero no por ello menos importante: Hay películas que cumplen a rajatabla todos esos tips de literatura de aeropuerto y, a pesar de ello, los personajes nos siguen importando una mierda.

Si, como yo, sois de los que casi siempre se limitan a escribir para que lo dirijan otros, siento deciros que poco podréis hacer. Porque el barniz último, el toque de gracia que hará que amemos u odiemos al personaje, no depende exclusivamente de lo bien o mal escrito que esté. Esto último me lo comentó también mi amigo Perogrullo.

Evidentemente, el actor elegido es un factor importante. Pero tampoco en eso hay recetas infalibles. De hecho, creo que ni siquiera depende de lo buen o mal actor que sea el tipo. Al menos no enteramente.

Cuando un actor se encuentra con un personaje, es como una cita a ciegas. Puede que haya química, puede que no. Y eso es un misterio; uno de ésos que hacen el mundo un poco más mágico. Bruce Campbell tiene química con Ash en Evil Dead. Kurt Russell tiene química con Jack Burton en Golpe en la Pequeña China. Paul Newman, John Jusack, Morgan Freeman... tienen química con cualquier cosa que les pongas al alcance de la mano, pero no a todos los actores les ocurre eso, ni es algo que dependa necesariamente de la formación o del talento interpretativo. Actores tan dispares como Jack Nicholson o Eduardo Noriega a veces bailan con personajes que les encajan como un guante y en otras ocasiones no hay quien se los crea.

Una funesta decisión de vestuario o una peluca en el cuero cabelludo de Nicolas Cage también pueden marcar la diferencia. Un mismo filete puede estar empanado o a la plancha. La carne es la misma, sí, pero el público es un niño que come con los ojos.

Acabo de recibir un whatsapp de mi amigo Perogrullo. Me recuerda que el realizador y el montador también pueden ser determinantes a la hora de hacer que un personaje nos importe.

A mí me sucede una cosa con algunas películas: En un primer visionado no empatizo con los protas por la sencilla razón de que no les conozco: no sé qué les importa, qué les motiva, qué cosas les afectan más o menos. Más adelante, en un segundo visionado o en un análisis a posteriori, descubro que todas esas cosas que inquietan, motivan o definen al personaje sí estan ahí, pero no se perciben a menos que uno preste mucha atención.

Aviso a los realizadores y a los montadores que estén leyendo esto: Cuando manipuláis una historia, vosotros tenéis mucha más información que el público que la ve por primera vez. Aunque algunas cosas estén muy claritas para vosotros, hay que enfatizárselas al público. Es como una excursión turística. El guía está continuamente señalando hacia un lado u otro de la guagua: “Mirad, eso es importante. Hacedle una foto.” Hay que detener la guagua un segundito en los puntos más significativos de una narración, para que nuestros espectadores puedan sacar su foto, para dejarles claro que eso que les estás mostrando no es un edificio normal, sino un monumento.

Y no basta con detenerse el tiempo suficiente para informar al público. Hay ciertas cosas que no sólo debe conocer. También debe asimiliarlas emocionalmente. Ya hablé más profundamente sobre ello hace tiempo, en este post de “La ley de la esponja.

En serio, amigos montadores y realizadores: Si el prota ve morir a un bebé o ve llorar a su esposa, os conviene poner un plano en el que, de una manera u otra, se enfatice su reacción. Que quede clara la manera en que eso le afecta. Vosotros sabéis que ese tío está jodido. El público no.

Es difícil empatizar con un trozo de corcho. E incluso el más expresivo de los actores puede convertirse en un trozo de corcho si no le miramos de cerca, o desde la perspectiva adecuada.

¿Que andáis cortos de presupusto? ¿Os falta tiempo? ¿El plan de rodaje está demasiado ajustado? ¿No os da tiempo a rodar todos los planos que teníais previstos? Hacedme caso: En la mayoría de las ocasiones, ese plano en el que se muestra la reacción de tu actor es mucho más importante para la historia que ese otro plano original y visualmente impactante que te iba a hacer destacar – puede que más de la cuenta – a ti como realizador. Creedme. Sé de lo que hablo. He protagonizado cagadas de ese tipo.

Vale, no exageremos. Un buen guión tampoco está tan desnudo. Si construimos desde el papel un personaje sólido, será más fácil que un actor con sensibilidad y un realizador con criterio extraigan todo ese petróleo y lo plasmen en la pantalla. Naturalmente, no todos los actores tienen esa sensibilidad, ni todos los realizadores tienen ese criterio. No os enfadéis por eso: Lo más probable es que vuestros guiones tampoco estén a la altura.

Y lo más hermoso, lo más desolador del asunto, es que un mismo resultado final puede cautivar a unos y dejar indiferentes a otros. A este de aquí le fascinará el Quinlan de Welles en Sed de Mal. A aquel otro de allá le provocará repugnancia.

Como veis, este es un post sin soluciones claras. No aspiro a iluminar nada con mis divagaciones de todo a cien. En todo caso, acentuar las sombras de lo desconocido para dibujar un paisaje misterioso, mágico.

No hay fórmulas mágicas.

Estáis desprotegidos.

No hay barandillas en la montaña rusa.

No hay una sola manera de hacer las cosas bien.

Hay mil maneras de hacer las cosas mal.

Estamos a oscuras. Aprovechadlo, nadie os ve. Podéis permitiros un poco de juego. Experimentad. Sois libres. Ya sé que asusta un poco, pero es un regalo magnífico. El arte de contar historias es tan impredecible que nadie podrá reprocharos nada si el guiso os sale mal.

Eso último es mentira. Por supuesto que os lo reprocharán. E incluso os dirán lo que tendríais que haber hecho para alcanzar el éxito. Es muy fácil ofrecer soluciones a posteriori. No os preocupéis: Aquellos que os critiquen tarde o temprano cometerán los mismos errores que vosotros.

Los errores son como seres vivos: por mucho que nos empeñemos en desterrarlos de nuestras historias, siempre encuentran grietas por los que colarse. Puede que estén ahí para hacer las obras de arte más vivas, más acogedoras. Como líquenes que crecen en la roca.

Está genial intentar hacer las cosas bien. Menos mal que la vida se encarga de que no sepamos a ciencia cierta cómo coño se hace eso. Jugad, por favor. Si no disfrutáis haciendo lo que hacéis, estáis muertos.

Y si alguien os critica u os censura u os corrige, no os preocupéis: dentro de un tiempo esa persona también estará muerta. Dentro de un tiempo no existirá ni tu peli, ni la Humanidad, ni este puto planeta.

Blade Runner empezó siento vituperada, incomprendida. Ahora es un clásico del cine, una obra de culto. Mañana será polvo y ceniza. Nadie podía predecir las dos primeras cosas. Es muy fácil predecir la tercera.

Al Universo se la suda Blade Runner.

“Diez trucos para que tus personajes molen.” Jajajaja ¿En serio creíais que os iba a hablar de eso? Mejor intentad molar vosotros.

Hasta otra, cabrones.



lunes, 15 de julio de 2013

¿PA QUÉ SIRVEN LOS BLOGS?


Cada vez me cuesta más escribir en el blog, quizá porque esto de bloguear, tal como yo lo concibo, empieza a convertirse en algo obsoleto.

Pretendo reflexionar sobre "pa qué coño sirve un blog en pleno 2013", y para hacerlo voy a espantaros relatar mi trayectoria en el mundo éste de los blogs.

Yo soy bloguero desde el 2003 ó 2004. ¡Cielos! Hace ya una década que me paseo por la blogosfera. Aún recuerdo aquellos tiempos del primer Demasiado Violeta, en Pitas. Pura prehistoria: si querías poner algo en negrita o en cursiva...

... o si querías cambiar de párrafo...

tenías que programarlo en HTML.

Y ésa no era la única diferencia, ni la más esencial. Lo más significativo era la motivación que me impulsó a abrir aquel primer blog:

Como buen canario, la vida me ha obligado a asumir una naturaleza nómada. Lo normal era vivir en vete a saber qué ciudad mientras tus amigos de toda la vida estaban, en su mayor parte, a cientos o miles de kilómetros de distancia.  

El blog era la mejor manera de tener a toda esa gente informada sobre cómo iba mi vida.

Qué cosas me ocurrían, qué reflexiones me asaltaban, cuáles eran mis frustraciones, mis anhelos...

El primer Demasiado Violeta era un blog personal. Una especie de diario anárquico, caprichoso. Era más económico que llamar por teléfono a todos mis colegas o acribillarlos con sms. Y bastante menos invasivo.

Añoro aquella libertad: La libertad de desoir las hipotéticas leyes del "buen post". ¿Creéis que mis posts actuales son demasiado largos? ¡Eso es porque no habéis leído los de antaño! No había límite de palabras capaz de detener a la apisonadora que se habría paso a través del interior de mi cráneo, exprimiendo mis uvas y mis heces.

Saltaba de un tema a otro sin ningún escrúpulo. En un mismo párrafo era capaz de relatar una anécdota personal, una opinión sobre una peli, una reflexión sobre mi situación vital e incluso - ¿por qué no? - algún emoticono.

Evidentemente, también usaba aquel primer blog para relatar las experiencias de intentar sacar adelante Gritos en el Pasillo (finalmente recopilé todas aquellas menciones en este otro blog)

Peeeeero...

Llegó el momento en que Gritos se empezó a vender de manera más "pofesional", más de cara a la galería, y los productores me "obligaron" a abrirme un blog más comercial, más centrado en promocionar la peli. Así nació BLOGGING NUTS, que en paz descanse.

Por muy "promocional" que fuese aquel nuevo blog, deje que se instalansen en él muchos de mis antiguos vicios. Por mucho que las circunstancias me obligasen a centrarme en vender la película, sobrevivió la costumbre de los posts kilométricos, y la de condensar cuatro temas en una misma entrada, y la de aburrir a conocidos y desconocidos con los devenires más cotidianos de mi día a día.

Creo que nunca he tenido tantas visitas ni tanta implicación de los lectores como en aquel blog "oficial" de la película, pero aunque intentaba humanizarlo y personalizarlo en la medida de lo posible, la etiqueta de "blog oficial de Gritos en el Pasillo" pesaba cual espada de Damocles. Nunca pude desprenderme de esa mierda. Una parte de mí sentía que estaba tecleando en nombre de otra gente, aunque estuviese hablando sobre la talla de mis calzoncillos.

Así pues, cuando llegué a la conclusión de que el ciclo comercial de Gritos había terminado (o eso creía... luego la cabrona demostró que podía tener más vidas que el puto Rasputín) me sentí legitimado para echar la persiana de cierre en Blogging Nuts, e inauguré esta versión actual de Demasiado Violeta en la que me leéis ahora.

La idea era poder volver a ser 100% libre, poder escribir para mis - no demasiados - lectores sin ese incómodo y sutil condicionamiento de: "No sólo estás hablando en nombre tuyo. Estás hablando también en nombre de tu peli, de tu equipo, de tus productores, de la madre que nos parió".

Y así fueron los albores de Demasiado Violeta: Retransmisiones muy personales para informar sobre mis aventuras a todos esos amigos y conocidos desperdigados por decenas de ciudades. Allí escribía sobre mi estancia en Donosti, sobre mis expreriencias en Vaya Semanita, sobre las pelis que veía, los libros que leía, los pintxos que comía, las birras que bebía...

No sólo me ayudaba a tener informada a mi gente. También me ayudaba a sentirme menos solo. Teclear en el blog era como echar un ancla hacia algún sitio desde esa vida nómada a la que estaba condenado.

Pero luego irrumpieron un par de cosas en mi vida, y en el planeta entero. La primera de ellas se llamaba Facebook. La segunda Twitter.

Eso lo cambió todo.

De repente, no necesitabas el blog para decirle a tus seres queridos cómo te iba la vida.

De repente, no necesitabas más de dos frases (ni más de 140 caracteres) para compartir con los demás la mayoría de tus reflexiones.

De repente, incluso, la gente se aburría si intentabas contar algo en más de dos o tres párrafos.

"¡No nos aburras con el blog! ¡Si no tienes algo realmente importante que decir, escríbelo rapidito en un tweet, o en un estado de Facebook!"

De pronto me di cuenta de que los "blogs personales" estaban obsoletos. Ya no tenían razón de ser.

De una manera casi inconsciente, empecé a utilizar el blog para disertar sobre temas más específicos. A fin de cuentas, ésa parece ser la función realmente útil de los blogs: Tecleas en google buscando cierta información y hallas por accidente, en la entrada de un humilde blog, un oráculo que el Destino te tenía reservado.

El advenimiento de las redes sociales y las mutaciones internas de internet han redefinido el paisaje de la blogosfera: si antes los blogs eran un vehículo para promover la egolatría de sus autores, ahora son el paradigma del altruismo.


Estoy seguro de que, sea cual sea vuestra inquietud, sea cual sea la respuesta que necesitéis, algún buen samaritano se ha encargado de publicar esa información en un blog: Cómo cortaros bien las uñas, cómo cambiar un termo, cómo arreglar vuestro portátil, dónde perdió la virginidad Nicola Tessla.

De hecho, la entrada más visitada de este blog es aquélla en la que expliqué distintas maneras de combatir el insomnio.

Pero claro, uno acaba escribiendo sobre lo que conoce, o sobre aquello que le inquieta. Por eso, en los últimos tiempos de este blog la mayor parte de mis posts han versado sobre lo que me absorbía en esos momentos: post sobre guión, sobre dirección, sobre escritura de novelas.

Ocurre, sin embargo, que cada vez me cuesta más escribir algo sobre esos temas que ocupan mi día a día, porque ya no me siento capaz de aportar nada original ni interesante sobre los temas que me rondan. De hecho, cada vez conozco más blogs de gente que diserta sobre dichos temas con más propiedad y con más conocimiento de causa que yo.

Cada vez me cuesta más escribir algo sin tener la sensación de que eso ya se ha escrito mil veces, y desde el mismo punto de vista.

También me viene últimamente a la cabeza una frase que Álex de la Iglesia le dijo a un amigo común: "Si quieres dedicarte a hacer películas, deja de escribir sobre hacer películas y haz películas."

Últimamente estoy más activo que nunca. He vuelto a dirigir después de cinco años en barbecho, estoy trabajando en cuatro o cinco guiones a la vez - yo mismo pierdo la cuenta -. Se supone que me sobran vivencias para llenar este blog de tonterías.

Pero una parte de mí tiene muy claro que si intentase plasmar mis experiencias en palabras, el resultado sería precisamente eso: Tonterías.

Quizá no haya manera de transmitir en un post los entresijos y las suciedades de la experiencia real. Quizá intentar transmitir las cosas que de verdad importan es como embutir a tu hija en un tutú, maquillarla de puta y obligarla a bailar en la función de ballet del colegio.

Bueno, en realidad ni siquiera puedo opinar sobre eso. Nunca he tenido hijos, que yo sepa.

Y toda esta retahíla... ¿qué propósito tiene? Posiblemente ninguno. O puede que su ausencia de propósito sea precisamente su propósito. Puede que, de manera casi inconsciente, esté reseteando el blog. Volviendo a los orígenes: A los posts kilométricos que no interesan a nadie.

Es, en cierto modo, como asesinar el blog para invitarlo a renacer.

Mudar la piel de serpiente.

Quizá todo esto sea una forma de decir - de una manera muy ritual, muy tonta - que a partir de ahora este blog versará sobre "vete tú a saber". Sólo publicaré en él cuando la víscera me invite a ello, y sólo escribiré - como antaño - sobre los temas que mi víscera decida.

No me conozco demasiado a mí mismo, pero intuyo que me dispongo a hacer un blog honútil (combinación de los términos "honesto" e "inútil")

Estais invitadísimos a perder el tiempo con mis honutilidades.